domingo, 8 de diciembre de 2013

DIDO

En romano, Elisa de Tiro, fue la fundadora y la primera reina de Cártago, hoy en día es Túnez. Era la hija del rey de Tiro, Beto o Muto, sus hermanos eran Pigmalión, quién heredó el trono y Ana. Su gran amor fue Eneeas.


Pigmalión obligó a Dido a casarse con Siqueo, sacerdote del templo Melkart en Tiro, porqué poseía tesoros que pigmalión deseaba y quería saber su paradero.
Aunque Dido no lo amaba accedió, sin embargo Siqueo si que le amaba. Pigmalión le dijo a su hermana que sería conveniente saber dónde se escondían las riquezas de Siqueo, pero ella se dio cuenta de que había sido engañada y por eso le dijo que estaban enterradas bajo el altar del templo, cuando en realidad estaban en el jardín. Pigmalión al darse cuenta de que eso era mentira, mandó a unos sicarios para que asesinasen a Siqueo, esos le enterraron en una fosa bajo el altar.


Dido, al encontrar a su marido asesinado, corrió a desenterrar las riquezas y huyó de Tiro con ellas. Llegó a las costas de África dónde vivían los getulos, que era un tribu de libios y su rey era Jarbas. Dido pidió hospitalidad y un trozo de tierra, entonces Jarbas le dijo que le daría tanta tierra como ella pudiera abarcar con la piel de un buey, así lo hizo hasta que consiguió circunscibir un extenso perímetro. Tras esto hizo erigir una fortaleza llamada brisa, que más tarde se convirtió en Cártago.

Cuando la ciudad de Cártago se hallaba en construcción, llegó Eneas, que fue su gran amor, quien huía de la destrucción de Troya, su patria. Su barco se había alejado de su ruta debido a una tormenta sobre la costa de Italia, por eso Eneeas pidió hospitalidad a Dido. Pero para que la reina accediese y le protegiera, Venus, madre de Eneas, mandó a Cupido para hacer que Dido se enamorase locamente de él. Entre Venus y Juno (que estaba en contra de los troyanos y quería impedir que Eneas fundase otra Troya en Italia) pactaron la boda de los dos amantes, aunque con objetivos muy distintos. Venus quería que Dido ayudase a los troyanos con los preparativos para su partida, mientras que Juno quería que Eneas permaneciese en Cártago y no llegase nunca a su destino. Así pues, durante una cacería, Juno hizo que se desatasee una tormenta y esto obligó a Dido y a Eneas a refugiarse en una cueva, dónde se acostaron.
A Dido eso le hizo concebir esperanzas de que él se convirtiese en su marido. Eneas sentía lo mismo hacia ella, pero los dioses le recordaron que su destino estaba en Italia para fundar un nuevo reino, que era otra Troya en Italia. Eneas, temeroso de los dioses, obedeció y dejó a Dido que, ofendida y deshonrada, se encaramó a su pira funeraria y se apuñaló con la espada que él le había regalado y maldijo a Eneas y a su pueblo. Eneas lloró la muerte de ésta, ya que vió desde su barco en alta mar el fuego en el que Dido se consumía.

Eneas no escapó por completo de Dido. En su viaje a los infiernos, vio al fantasma de la reina e intentó una vez más justificar su conducta, pero Dido se negó a hablarle y volvió con el fantasma de su marido Siqueo.

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